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Diario YA


 

Sánchez y sus milagros del profesor Franz de Copenhague

La gran tramoya del Estado de la Nación

Miguel Massanet Bosch.
Todo estaba calculado al milímetro, el escenario perfectamente dispuesto y el trabajo de los tramoyistas, incluidos figurones y palmeros, estudiado hasta el más mínimo detalle. No en vano se trataba de poner en solfa lo que, para el señor Pedro Sánchez, constituía su respuesta al gran fracaso socialista de la comunidad andaluza. El peñazo anestesiante a cargo del señor presidente del Gobierno dotado de todos los ingredientes, incluidos una serie de datos de relleno y lo que iba a ser el leitmotiv de su exposición: culpar de todo lo que el gobierno ha hecho mal, de sus fracasos, de sus improvisaciones, de sus desaciertos en la lucha contra el Covit 19, del aumento incontrolado del IPC, del incremento innegable de los preciso de los artículos de primera necesidad, del encarecimiento de la electricidad y del gas, pese a sus intentos infructuosos de intentar paliarlo. Todo, absolutamente todo, culpa del PP y del resto de la oposición, de aquellos que se vienen negando a contribuir a la voladura de la nación española.
Ni el locuaz Fidel Castro hubiera concebido un ladrillo como el que largo don Pedro, con pocas o ninguna crítica a la labor de su gobierno, algún intento fracasado de burlarse de sus opositores y más de un disgusto que, paradójicamente, le llegó del impresentable representante de ERC, señor Rufián, un viejo conocido de la cámara. Lo que se puede definir como el recurso último de un gobernante, que ha fracaso en sus planteamientos iniciales y, ante una situación complicada, con múltiples frentes a los que atender, dentro de un ambiente prebélico en la república de Ucrania y con la amenaza evidente de que la nación pueda entrar en crisis cuándo llegue el otoño y los efectos del turismo dejen de camuflar lo que será la posición de la economía española, ante el reto de tener que competir con el resto de países que van a participar, en mayor o menor medida, de la crisis general.
El resumen de semejante montaje de la izquierda socialista, se puede sintetizar en algo que nos pone los pelos de punta a todos aquellos españoles que ven como, la Deuda pública del país, sigue subiendo de una forma acelerada y cuando la amenaza de estanflación sigue presente en el panorama patrio, los salarios han quedado definitivamente perjudicados por una inflación del 10’2%, muy lejana al 2’5% del promedio de los incrementos salariales que se han ido produciendo en lo que va de ejercicio y con la amenaza, confirmada por el mismo señor Sánchez, del aumento de los impuestos a las empresas, concretamente a los bancos y eléctricas que ha producido el primer gran batazo en la sesión de la Bolsa y que ha motivado pérdidas de más de 6.000 millones de euros. No valen los viejos trucos de la izquierda de los millonarios que fuman puros cohíbas y que llevan los dedos llenos de sortijas de diamantes. Hoy, estos bancos, y lo mismo podríamos decir de las eléctricas, son sociedades anónimas con cientos de miles de pequeños accionistas que han invertido sus ahorros en acciones y que se lucran de los dividendos que estas entidades suelen repartir cada año.
El juego de Pedro Sánchez de presentarse como un nuevo Robín de los Bosques que robaba a los ricos para dárselo a los pobres o de un bandido generoso, como el mítico Dick Turpin, deja de tener justificación cuando se roba a quienes tienen acciones en un banco para luego darles el dinero que previamente se les ha hurtado. No sé si se habrán percatado, pero el gran negocio de esta inflación desatada últimamente es para el Estado español, que percibe sobre el aumento que vienen experimentando los precios de las cosas, un porcentaje adicional correspondiente a los impuestos sobre el incremento del precio de venta. Serán miles de millones los que el Gobierno va a recaudar de lo que, en definitiva, no es más que una losa sobre las economías de los ciudadanos, que ven como sus posibilidades de mantener el tren de vida que llevaban van perdiéndose, fagocitadas por una inflación que, sin duda, no estaba previsto que alcanzara semejantes aumentos.
Este gobierno incapaz que tenemos en España, sigue el viejo truco de las izquierdas de ignorar absolutamente los peligros de gastar más de lo prudente, con tal de conseguir mantenerse en el poder. Su absurdo concepto de la lealtad que piden a la oposición, les induce a calificar de desleales a todos aquellos que les vienen advirtiendo de que, gastando a manos llenas para mantener a sus votantes sujetos al socialismo, no es el método adecuado para hacer que la economía de la nación se recupere y, con ello, se cree nuevo empleo y riqueza. El sistema obsoleto de intentar paliar la pobreza mediante subvenciones, limosnas, ayudas puntuales etc., nunca podrá sustituir ventajosamente el sistema capitalista de crear puestos de trabajo mediante nuevas empresas, revitalización y modernización de las ya existentes y proyección de nuevas ideas, procedimientos y mejoras, que contribuyan a hacerlas más competitivas en cuanto a la industria y el comercio internacional. El trabajador quiere un trabajo del que poder vivir y no depender de la caridad pública para poder subsistir.
En definitiva, uno de estos espectáculos de cara a la galería con la única finalidad de convencer a sus votantes de que, sin el gobierno de izquierdas, todo iría peor. Para ello insisten en la supuesta corrupción, en casos de hace veinte años, en falsa condenas, como la que vienen atribuyendo al señor Zaplana de Valencia que, contrariamente a los bulos que se han hecho correr respecto a su situación ante la justicia, está ganando todas las causas ( ya van 15) que se han venido sustanciando en su contra. Lo mismo sucedió con la alcaldesa de Valencia, la señora Rita Barberá, que fue acusada de aceptar regalos y, cuando se investigó, todo quedó en agua de borrajas. No se comenta, no obstante, lo sucedido con los ERE de Andalucía,  el gran robo cometido por los sindicatos y miembros del partido socialista, que se quedaron con el dinero de los trabajadores de empresas en crisis para gastárselo en comilonas y francachelas. Se le asigno el caso a la jueza Olaya y cuando esta levantó al borde de la alfombra de la corrupción y empezó a abrir expedientes a una multitud de imputados, el gobierno socialista se encargó de apartarla del caso, poniéndole una sustituta que, en dos días, levantó todas las causas iniciadas por su antecesora, de tal manera que ahora ya nadie habla de aquella vergonzosa causa. El caso Gürtel, no obstante, es como el Guadiana que, tan pronto surge ( cuando les interesa a los socialistas) como desaparece.
Y pese a los intentos de hacerse con el poder judicial que, insistentemente, vienen haciendo los señores del grupo socialista, vemos que las sentencias de los tribunales superiores de justicia, del TS y del TC, mientras no metan mano los politicastros gubernamentales, no dejan de darles pescozones a los separatistas de Cataluña que, pese a todo, siguen intentando eludir la Constitución creando nuevas leyes, a pesar de saber que son ilegales, con el propósito de incordiar, retrasar la aplicación de las sentencias de los tribunales y, con ello, mantener en alto la moral de todos aquellos separatistas que ya empiezan a dar señales de agotamiento, tras años de intentos baldíos de conseguir su objetivo de la independencia de Cataluña.
La consigna de esta reunión para tratar del Estado de la Nación, para el partido en el Gobierno, ha tenido el propósito de pasar de puntillas por los problemas territoriales, que tantos problemas vienen creando y donde las renuncias gubernamentales, su tolerancia y su poca eficacia ponen a Sánchez y a su gobierno en una situación harto incómoda, al tener que soportar las críticas de toda la oposición. Tampoco han concretado sobre la creación de nuevos impuestos para la ciudadanía ( excluidos los de los bancos y eléctricas) que, por otra parte, chocan frontalmente con las medidas que al respecto están tomando el resto de naciones de la CE, en un sentido diametralmente contrario al de nuestro ejecutivo.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, hemos contemplado, entre absortos, indignados y preocupados, cómo, una vez más el señor  Pedro Sánchez ha vuelto a hacer malabarismos para intentar, faltará ver si lo ha conseguido, apartar de la mente de los españoles, el resultado catastrófico de las recientes elecciones de la comunidad andaluza que, por mucho que se intente minimizar su impacto en el resto de autonomías, es obvio que, si no cambian mucho las cosas, van a tener una importancia relevante en los comicios municipales que van a  tener lugar en breve.
Y un pensamiento de Voltaire: “Es peligroso tener razón cuando el Gobierno se está equivocando”